N.Y.
5:00pm
He caminado todo el día por Manhattan y todavía no estoy cansado por todas las cosas que he visto por primera vez en mi vida, con mis propios ojos y no en el tv. Camino con gafas oscuras para poder ver mejor todo. Pasa una linda morena, una linda asiática, una linda latina, una linda europea, rubia y peliroja. Esta ciudad es lo máximo. Me detengo un momento para tomar agua de un tarrito que compré por 1 dólar, pero ya no hay nada. Creo que no debía haberme detenido porque mis pies empiezan a fallar un poco y me atrapa una sed absurda. Decido entrar al primer lugar que encuentro cerca y resulta ser una pizzería. Entro y me siento en una mesa, se acerca el mesero y empiezo a intentar hablar en inglés y el pizza-man me mira con cara de tristeza, luego pregunta -¿Español? -Sí.– Le respondo con cara de decepción. Luego miro las pizzas y se ven un poco viejas, pero tengo hambre y sed y mis pies necesitan descansar. Entonces por pena, más que todo, le pido una pizza y una cocacola. Suelto un poco los cordones de mis zapatos y me pongo a ver en detalle el mapa que me dio mi prima para ubicarme. La pizza llega en el acto, incluso primero que la cocacola, cosa que me extraña un poco. No lo pienso 2 veces y le llego de una. Sí, sabe un poco raro, pero debe ser porque YO estoy acostumbrado a comer pizza tercermundista, no la verdadera pizza, la que se come en la gran manzana. No dejo ni el borde, que estaba un poco blando y masudo. Le doy un sorbo a la cocacola y me logro ubicar en el mapa, entonces descubro que hay una tienda muy cerca a la que tengo que ir a por un encargo para Colombia. Pago rápido la cuenta y salgo de nuevo a caminar.
Ahhh como nuevo!! Los pies caminan, la gafa oscura, un poquito de style y ahí vamos para la tienda.
PUM. Algo le pasa a mi estómago. Pero debe ser normal, debe ser momentáneo. El dolor empieza a crecer y crecer hasta el punto de detenerme, abrir bien los ojos y pensar rápidamente en una solución. Logro llegar a la tienda, pero es la tienda de mac más grande que he visto en mi vida. Hablo con una americana que trabaja para la tienda y con mi mejor cara posible de conejo a punto de ser sacrificado le pido un baño. Ella, inquebrantable, se niega. No estoy para discusiones. Me largo de ahí buscando el primer lugar que pueda tener un baño público pero mi estómago no da más. Por un momento recuerdo los corrientazos de la oficina, los almuerzos de $5.000 que diariamente hacen lo suyo y me producen una digestión medianamente aceptable y los extraño. Nada de comidas espectacularmente newyorkinas, cómo extraño mi sopita con seco y jugo de maracuyá. Un local me abre sus puertas y pido algo rápido al mismo tiempo que pido el baño.
Lo que hago en el baño es cosa mía, tengo derecho a la privacidad y a la vida y juro que si no hubiera entrado a ese baño hubiera muerto. Salgo del baño triste, golpeado. Me siento como la peor basura del mundo. No quiero seguir en el lugar para ser descubierto por mi crimen y pago rápido y me voy. Camino de nuevo por una vía pero ya de noche, hay basura en ambos lados de la calle, un puesto de alguna cosa comestible que me hace temblar de miedo. Se me acerca un turista y me pregunta algo en inglés. Extrañamente le entiendo pero no me da la gana ayudarle. Entro al metro y me voy escuchando la música más ruda que tengo. Una linda chica se sube en la siguiente parada y se sienta muy cerca. Se queda dormida en poco tiempo y su cabeza alcanza a tocar mi chaqueta. Siento como si fuera su protector, el hombre que cuidará de ella. No se pasará de su parada y nadie intentará robarla mientras yo esté allí. Llego a mi parada y me atrapa la sensación de que ella seguirá dormida. Soy su cuidador, su protector. Abro mi boca pero sale un tibio sonido que ella no alcanza a percibir. Me doy la vuelta y me bajo. Ella se queda profunda. Camino de nuevo por otra calle oscura hacia mi cama temporal y depronto una rata bastante grande empieza a correr a mi lado. Andamos juntos casi una cuadra. Entonces lo entiendo. Soy una rata, una basura más en New York. Y pasa junto a mi una linda morena, una linda asiática, una linda latina, una linda europea, rubia y pelirroja.
Rata, es hora de ir por un Jack Daniels.
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