18 de junio de 2013

Hikikomori


Ya que trabajo en una agencia de publicidad, a veces recibimos la visita de directores de comerciales de televisión mostrando su reel de trabajo (el portafolio de sus mejores trabajos) para que la agencia piense en ellos y los tenga en cuenta para algún proyecto. Esto tiene mucho de bueno para los que trabajamos ahí porque te sales de la monotonía diaria de estar pegado a tu computador, o estar encerrado en una sala pensando en ideas para salvar el pellejo. En una ocasión recibimos la visita de un director muy particular, Fermín. Tenía un trabajo buenísimo de varias campañas ampliamente reconocidas a nivel mundial por su creativa manera de mostrar las cosas y al mismo tiempo por su simpleza y frescura.
Fermín acompañó su muestra de trabajos junto con pequeñas curiosidades que nos contaba sobre cada proyecto en particular. Fue un gran momento, maravilloso reel.
Realmente me sentía un poco frustrado, porque sabía en ese momento que nunca tendría la oportunidad de trabajar con él, ya que la cuenta para la que trabajo, no hace proyectos como esos, se limita a lo de siempre, pendones, stands, vallas y carros vallas, etc.
El caso es que Fermín nos mostró un proyecto que se me quedó en la cabeza. El proyecto en sí era bastante raro para nuestra cultura habitual. El video mostraba a un chino inmenso que había permanecido en su apartamento por años sin salir. Uno de esos personajes extraños que decide no salir más de su casa y se la pasa pegado a un computador y pareciera que vive en el más exagerado ensimismamiento que pueda existir.
La idea de la campaña es mostrar que hasta ese personaje, que en Japón llaman Hikikomori,  decidió salir de su casa con el propósito de ir a un festival de film en España. La idea puede parecer buena, mala o lo que sea, dependiendo del juicio de cada cual. Lo que me dejó pensando es que Fermín nos contó que lograron conseguir para el proyecto a un Hikikomori de verdad, es decir, a un personaje que decidió no salir nunca más de su casa. En serio.
Es posible que le hayamos caído bien a Fermín o que él sea así de abierto y buena onda con todos los que conoce, el caso es que nos reveló un par de detalles más. Resulta que al hablar directamente con el personaje, para ver si contaban con él para el proyecto o no, le explicaron muy bien que tendrían que filmarlo fuera de su casa. Lo llevarían de verdad a España, muy lejos de su casa. Para sorpresa de todos, el personaje accedió a salir de su casa y viajar muy lejos de ella a cambio del dinero que se le ofrecía como personaje principal y una pequeña exigencia: al acabar todas las filmaciones y el trabajo que se necesitara, tendrían que llevarlo a un centro de prostitución.
Puede ser que nuestra cultura está acostumbrada a un tipo de bromas bastante particulares, o puede ser por cualquier otra razón, el caso es que no le vieron problema y lo contrataron. Apenas se terminó la grabación y el show como tal, el personaje exigió que se cumpliera lo que había pedido. Y así lo hizo. Se fue a un centro de prostitución de la ciudad y luego a su natal Japón donde continuó con su vida de ensimismamiento.
Es raro que un tipo como ese, terminara su trabajo como lo hizo? Un hombre siempre será un hombre y tendrá los mismos instintos así viva enclaustrado o libre? La prostitución puede tomarse como un premio? Todo este escrito es una basura?


17 de junio de 2013

Suerte


En el barrio no se escucha nada.  Son las 3 de la mañana y las luces rojas y azules de una patrulla de policía cubren todas las casas con sus flashes, pero no se escucha un ruido. Lo que antes era alegría, risas, música y baile ahora parece que nunca hubiera existido. Jairo, un joven conocido del barrio por tener un ligero retraso mental gracias a un fuerte golpe que recibió en una manifestación cuando era niño, era el más feliz de todos hace solo unas horas. Ahora no se le ve por ninguna parte. Ha huído. Alguien lo vio correr a las afueras del barrio, sin rumbo fijo pero con cara de tragedia.
Todo comenzó hace exactamente 1 mes y 3 días. La tía de Jairo le pidió que fuera a la tienda a comprar unos alimentos para la cena, pero en la tienda se encontró con El Mello. El Mello es también conocido en todo el barrio por su particular manera de hacer las cosas. Desde pequeño ha sacado ventaja de todo y de todos los que ha podido. Dicen que una vez el cura del barrio lo puso a recoger las ofrendas durante la misa a modo de represalia por haber falsificado sus notas del colegio. Error. El pequeño de 11 años desapareció con las colaboraciones y regresó pidiendo perdón y jurando ante Dios que se las habían robado.
Lo cierto es que Jairo se encontró con el Mello y ahí empezó todo. El Mello lo convenció para que, en lugar de comprar lo de la cena, le comprara un billete de lotería. –Te podrás comprar toda la comida que quieras con este billete! –A tu tía nunca más le hará falta nada- le dijo el Mello.
Al regresar a casa, Jairo le contó lo sucedido a su tía y ella al ver el billete, se dio cuenta que ya había jugado hacía 2 meses. No servía para nada. La tía de Jairo acudió al cura, y éste, por medio del diálogo, logró algo verdaderamente imposible: El Mello le daría un billete de lotería válido a Jairo. Todo el barrio lo supo.
Y sí, el billete ganó. Pero antes de eso, pasó algo que dejó las cosas mal. La tía de Jairo murió. Un fulminante ataque al corazón y un sencillo velorio fue su despedida. Como Jairo no tenía más familiares, viviría con el cura mientras conseguían un lugar más apropiado para Jairo.
El premio mayor cayó y el segundo seco, la nada despreciable suma de 200 millones de pesos (110.000 dólares), cayó en las manos de Jairo y el cura del barrio. Tanto el cura como Jairo decidieron hacer una fiesta para todo el barrio. La mente de un niño de 5 años de Jairo le decía que tenía que compartirlo todo y al cura le pareció bien. Al que no le pareció nada bien fue al Mello, que exigía su parte por haber comprado el billete.
Todos en el barrio estaban de acuerdo en que por fin el Mello había tenido un poco de su propia medicina. Su intención de engañar a un retrasado le había dado un puntapié justo en el rostro. Era demasiado para su ego.
El Mello llegó al final de la fiesta con su mano derecha en el bolsillo y con cara de pocos amigos. Cuando estaba bastante cerca del cura, sacó de su bolsillo un revolver S&W 60 modificado con las uñas, le apuntó y le dijo -ésta es la última que me haces!-
Justo cuando disparó, el brazo de Jairo levantó el revolver y desvió la bala salvándole la vida al cura, pero llevándose otra. Mientras el Mello amenazaba de muerte a Jairo por intrometerse, Martha, una vecina del barrio salió de su casa gritando con su hija entre sus brazos. –Mataron a mi niña!! Mataron a mi Sarita!!
Entonces el Mello le dio al arma a Jairo y le dijo algo que solo él pudo oír. Algo que cambió la vida en el barrio para siempre –Tú la mataste. No yo.
Jairo comenzó a correr y el Mello también. Ambos corrieron para escapar. Uno escapaba de la policía, de la cárcel, del castigo. El otro del destino, de la realidad, de nosotros.