Pensaba y pensaba el creativo publicitario. Presentaba y presentaba sus ideas y eran rechazadas una y otra vez por razones, que a veces, ni él mismo entendía. Se presentaron altercados y duras frases del cliente en plena presentación como: "Parece que ustedes no supieran nada de la marca que manejan", "Se tomaron todo este tiempo para presentarme esto?", "Eso no lo entiende nadie" y "Me gusta la ejecución, pero no el concepto", entre otras.
Ya sobre el tiempo, el creativo lanzó un último cartucho. Hizo su presentación por enésima vez, con el profesionalismo que lo caracteriza para que todos entendieran su idea. Increíble, les gustó. Las frases del cliente cambiaron mágicamente a expresiones como: "Eso era lo que queríamos", "Excelente trabajo" y "Si podían, ¿no?".
El comercial tenía como objetivo darle a conocer a la gente un nuevo limpiabrisas para los vidrios panorámicos del carro, y por supuesto, que los compraran en los distribuidores autorizados. Y luego, lo usual. Ya con la aprobación del cliente y unos ajustes finales, se realizó la producción del comercial con la supervisión del creativo para que quedara lo más parecido a como él se lo imaginó. El transfer en Miami, la post-producción, los últimos retoques y el comercial salió al aire.
El comercial gustó. Mucha gente lo vio y lo comentó. Uno de ellos fue Miguel, a quien el comercial le sacó una sonrisa y le hizo pensar en cosas que no tenían nada que ver con un limpiabrisas.
Miguel salió al día siguiente en su carro a hacer una vuelta fuera de la ciudad. Cruzó paisajes, bosques y quebradas acompañado por su música y por el sol que lo golpeaba constantemente en la nuca. Llegó a su destino, hizo sus vueltas y al regresar a su carro, se encontró con un vendedor ambulante que le ofrecía cualquier cantidad de artículos. Miguel negaba constantemente con su cabeza hasta que escuchó "limpiabrisas".
-Venga, ese es el limpiabrisas del comercial?
-Claro mi don. Mírelo sin compromiso.
-Venga a ver. Y cómo se los pongo a mi carro?
-Ah, eso déjemelo a mí, patrón. Es muy fácil.
-Pero cuánto me va a cobrar?
-Tranquilo mi don, por la plata no se preocupe... jejejejeje jejejejeejej jejejejejee jejejjeeje
El vendedor continuó con su risa incansable mientras desinstalaba los limpiabrisas viejos e instalaba los nuevos. Mientras tanto, Miguel acomodaba sus compras en la cajuela de su carro. En unos minutos, el carro de Miguel lucía unos limpiabrisas nuevos, modernos y llamativos. Orgulloso, pagó por ellos lo que consideró el vendedor y emprendió su viaje de vuelta a casa. Recorrió de nuevo las quebradas y los paisajes acompañado por su música y sus nuevos limpiabrisas hasta llegar al bosque.
Parecía que ya había llovido en la zona, la carretera estaba húmeda y caían gruesas gotas de agua acumuladas en las hojas de los árboles. Varias de ellas cayeron en el vidrio panorámico del carro de Miguel, oportunidad perfecta para utilizar sus limpiabrisas nuevos. Mientras los limpiabrisas hacían su tarea, fuertes rayos de sol se colaron en el bosque y golpearon directamente los ojos de Miguel, que sumados con las gotas de lluvia y los limpiabrisas en movimiento, crearon una ceguera temporal, impidiéndole a Miguel distinguir el carril de la derecha del de la izquierda y una vaca atravesada en la carretera. El golpe fue terrible, pero la vaca se levantó y siguió su camino. Miguel no pudo hacer lo mismo.
Sospechosos: La vaca, el sol, la lluvia, el panorámico, los limpiabrisas, el conductor, la carretera mojada y los frenos.
Culpable: El creativo publicitario.