Por un momento llega, lo sientes, te toca y luego se va. Con él.
Nunca la vuelves a ver.
Hasta ahora.
Lo hiciste porque te estaba mordiendo los intestinos por dentro, porque sentías como sus tiernos pellizcos empezaban a hacerte daño y a sangrar. Sangre, siempre escandalosa.
Tomas una decisión y lo haces, seguro de ti, de todo, de las señales. El enfermo va a morir, tiene los síntomas. Pero no muere. Pasa una noche terrible, pero no muere. Se empieza a alimentar de su enfermedad, de la infección, del pus asqueroso que ha dejado toda esta porquería, encima mío, encima nuestro.
Donde había ríos de fertilidad y sexo, ahora hay cochinada.
Pero el animal que soy se alimentará de eso, es mi objetivo, es lo que deseo hacer, revolcarme en el barro, en la suciedad en ese fétido olor de su casa que se siente al entrar y después se vuelve costumbre. La porquería que dejaron todos en el baño público, ahora aparece dentro, en su cuerpo.
Su cuerpo, no he conocido una carne más deseada, mujer más insaciable, humedad más cálida.
Cómo un animal como yo puede negarse a eso?
No sé cuánto más pueda aguantar. Estoy sorprendido de todo lo que he soportado hasta ahora. De lo buen tipo que he sido. No lo seré más, he sido muy terco al serlo. Pero he sido yo. Y qué bien se siente ser yo, así esté en el fondo de la alcantarilla abrazándome con la mentira, el ciego deseo y la ira.
13 de septiembre de 2008
12 de septiembre de 2008
Error
Al parecer estaba equivocado. Siempre lo he estado pero siempre me ha sonado esa frase del escrito de Borges "si puduiera vivir otra vez me equivocaría más veces, no intentaría ser tan perfecto". Mentira. Cuando la leí me pareció medio tonta, pero ahora la utilizo para acomodarme, para recostarme en ella y no caerme, cual borracho caminando junto al muro.
Desafortunadamente, me funciona por ahora y no me deja caer como al borracho.
Digo que he estado equivocado porque una y otra vez me doy contra el muro. Porque una y otra vez me estrello contra esos defensas gigantes, que entran con todo y yo nunca estoy preparado. Puede que en el momento, como en cualquier discusión, no se sienta el golpe, no exista tanto el dolor, pero luego aparece. Y se queda ahí hasta que él quiere.
Yo he debido hacer lo que siempre me han dicho: -No haga deporte huevón, el deporte es malo, causa lesiones. -No estudie publicidad, o es que no quiere ganar plata? -No se compre una moto, cómprese un carro. -No le pegue al arco, haga el pase. -Por qué hace el pase? péguele al arco.
Si hubiera hecho todo eso que me dijeron y que a veces me repiten, no estaría jodido ahora mismo en una cama. No estaría estirando la pierna para ver si no me da un calambre y mañana no cojéo en la oficina, no, yo estaría en el bar de un amigo exitoso tomandome una cerveza para hombres exitosos.
Sin duda, una mejor perspectiva por donde se le mire.
Pero no, yo sigo ahí, equivocándome una y otra vez y sufriendo las consecuencias.
Ahora resulta de lo más cómodo recostarme en la frase de Borges para sentir un poco de alivio. Esta actitud de acomodarse a lo que pasa, la guardo automáticamente desde que recuerdo que me funcionó, osea desde que lloraba para que me dieran lo que quería. Luego tomaba un poco de más esfuerzo, luego me lavaron la cabeza diciéndome que tenía que trabajar muy duro para conseguir lo que quiera, y ahora dicen que para lograr lo que uno quiere, sólo hay que desearlo.
Es que estoy viviendo, y yo vivo la vida como a mi se me da la gana, por eso tengo derecho a equivocarme. Además yo no soy el técnico de la selección colombia que se equivoca y lo acribillan, yo soy un simple empleado más, que quería ubicarse detrás de una de sus trincheras con un rifle con mira telescópica. A los de las trincheras no los acribillan porque nunca salen, nunca sacan la cabeza, nunca se alejan de su grupo y si se equivocan no pasa nada. Como siempre, hay consuelos. Qué sería de la vida sin ellos y sin las excusas?
Esa es mi manera de sobrevivir, de continuar.
Hay algo en las mañanas que me saca de la cama para que me vaya a trabajar.
El despertador? no, demasiado obvio.
El sueldito? si, en parte. En una gran buena parte, al decir verdad.
Las ganas de trabajar? no.
El temor a que me boten? si, un poco.
Las ganas de hacer un muy buen trabajo? no, es lo último que pensaría en las mañanas. El algun momento del día lo llego a pensar.
No, mejor no pensar. Igual me vivo equivocando.
Desafortunadamente, me funciona por ahora y no me deja caer como al borracho.
Digo que he estado equivocado porque una y otra vez me doy contra el muro. Porque una y otra vez me estrello contra esos defensas gigantes, que entran con todo y yo nunca estoy preparado. Puede que en el momento, como en cualquier discusión, no se sienta el golpe, no exista tanto el dolor, pero luego aparece. Y se queda ahí hasta que él quiere.
Yo he debido hacer lo que siempre me han dicho: -No haga deporte huevón, el deporte es malo, causa lesiones. -No estudie publicidad, o es que no quiere ganar plata? -No se compre una moto, cómprese un carro. -No le pegue al arco, haga el pase. -Por qué hace el pase? péguele al arco.
Si hubiera hecho todo eso que me dijeron y que a veces me repiten, no estaría jodido ahora mismo en una cama. No estaría estirando la pierna para ver si no me da un calambre y mañana no cojéo en la oficina, no, yo estaría en el bar de un amigo exitoso tomandome una cerveza para hombres exitosos.
Sin duda, una mejor perspectiva por donde se le mire.
Pero no, yo sigo ahí, equivocándome una y otra vez y sufriendo las consecuencias.
Ahora resulta de lo más cómodo recostarme en la frase de Borges para sentir un poco de alivio. Esta actitud de acomodarse a lo que pasa, la guardo automáticamente desde que recuerdo que me funcionó, osea desde que lloraba para que me dieran lo que quería. Luego tomaba un poco de más esfuerzo, luego me lavaron la cabeza diciéndome que tenía que trabajar muy duro para conseguir lo que quiera, y ahora dicen que para lograr lo que uno quiere, sólo hay que desearlo.
Es que estoy viviendo, y yo vivo la vida como a mi se me da la gana, por eso tengo derecho a equivocarme. Además yo no soy el técnico de la selección colombia que se equivoca y lo acribillan, yo soy un simple empleado más, que quería ubicarse detrás de una de sus trincheras con un rifle con mira telescópica. A los de las trincheras no los acribillan porque nunca salen, nunca sacan la cabeza, nunca se alejan de su grupo y si se equivocan no pasa nada. Como siempre, hay consuelos. Qué sería de la vida sin ellos y sin las excusas?
Esa es mi manera de sobrevivir, de continuar.
Hay algo en las mañanas que me saca de la cama para que me vaya a trabajar.
El despertador? no, demasiado obvio.
El sueldito? si, en parte. En una gran buena parte, al decir verdad.
Las ganas de trabajar? no.
El temor a que me boten? si, un poco.
Las ganas de hacer un muy buen trabajo? no, es lo último que pensaría en las mañanas. El algun momento del día lo llego a pensar.
No, mejor no pensar. Igual me vivo equivocando.
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