Ya que mañana viernes el presidente de los Estados Unidos llegará a nuestra querida Cartagena y se quedará allí hasta el domingo, me parece conveniente hacer algunas reflexiones sobre su visita. Además, todos los medios de comunicación del país hablan del tema. De lo que va a comer, de dónde va a dormir, de la seguridad, de lo que hablará, en fin. En verdad causa revuelo, es una gran noticia que uno de los mandatarios más importantes del mundo venga a nuestro país y por eso se han tomado varias medidas preventivas para que su estadía en la heroica sea la mejor.
Se le prohibió la entrada a los comerciantes que caminan por la playa ofreciendo fruta, shakiras, masajes y gafas oscuras. Qué oso que le ofrezcan esas cosas. Se quintuplicó la seguridad en el sector, con vigilancia aérea y francotiradores estratégicamente ubicados. Se eligieron diferentes menús de comida internacional fuertemente supervisados para garantizar la seguridad de los mandatarios, tanto de su vida como de su estómago. Y se “escondieron” algunas cosas que se consideran no convenientes. Qué oso que los mandatarios se lleven una mala imagen de nuestro país.
Seguramente todo marchará a la perfección y la reunión será un éxito. Pero, ¿qué pasaría si los mandatarios tuvieran la oportunidad de conocernos de verdad? ¿Qué pasaría si tuvieran contacto directo con nuestras costumbres?
Imaginemos por un momento que es posible, que Barack Obama viene de incógnito. Encontró una casa en Cartagena por couching y se quedará en Colombia no menos de un mes, en los lugares más populares del país para conocernos más a fondo.
En la costa colombiana caería rendido frente a nuestras playas, y también caería a causa de la gran cantidad de licor al clima que ingieren los costeños junto con la grasa de la arepaehuevo, suero costeño y ceviche playero de la semana anterior. Le ofrecerían una burra, como muestra de hospitalidad, para que calme sus nervios y disminuya el stress. Le llenarían la cabeza de shakiras y, ya entrados en confianza, se sorprendería al descubrir que los dueños de casa le abrieron la maleta y se pusieron sus cosas.
En Antioquia su estómago seguiría sufriendo porque, como es menester, lo llevarían a saborear un plato típico que un estómago normal no está acostumbrado a digerir, por lo menos no al mismo tiempo. Y es que una combinación de fríjoles, carne, arroz, aguacate, chorizo, plátano, chicharrón y arepa rebosante de mantequilla es un trabajo duro para cualquier extranjero. Lo llevarían al parque Lleras, al Poblado, a la discoteca Mangos y descubriría la belleza de la mujer paisa. Pero saldría disparado, literalmente, porque una de las mujeres con la que bailó y chupó piña toda la noche resultó novia de un señor obeso, armado, con una camioneta muy grande y con muy mal genio.
Llegaría a la capital de la república donde descubriría que los taxis tienen la vía y no los peatones, las busetas tienen la vía y no los taxis, las caravanas de camionetas escoltadas tienen la vía y no las busetas, y ninguno de ellos tienen vías decentes por donde transitar. Le daría una nueva interpretación al slogan publicitario mientras camina por San Victorino, “El único riesgo en las calles de Bogotá, es que las quieras caminar” y se le acabaría el viaje al utilizar el medio de transporte transmilenio, porque saldría al descubierto en los noticieros, por un video aficionado donde lo vemos siendo víctima de una organización de atracadores que lo despojan del celular, la billetera, los papeles, las cadenas y todo sin que él se de cuenta.
Habría rueda de prensa, donde los medios de comunicación le harían preguntas muy creativas para informar a la gente lo que sucedió:
-Presidente Obama, por favor cuéntenos qué sintió al ver que le habían robado.
-Presidente Obama, ¿ya probó la bandeja paisa o el ajiaco?
-Presidente, ¿usted ha escuchado hablar de Juanes o de Shakira? ¿Sabe quiénes son?
-Presidente Obama, ¿qué opina de la belleza de la mujer colombiana?
-Presidente, ¿de dónde sale “el Barack”? ¿Por qué Barack?
-Presidente, si no hubiera sido presidente, ¿qué le hubiera gustado ser?
-Una última presidente, una última. Como homenaje a usted, hemos traído un grupo vallenato, un sombrero, una ruana y la bandera de Colombia. Por favor recíbalos como un regalo y muestra de nuestra hospitalidad.
Estalla el vallenato. Una mujer se acerca a Obama y le baila sugestivamente, luego lo hace bailar con ella mientras los flashes de las cámaras parecen no terminar nunca. Todo bajo un pliego de cartulina blanca en la que alguien escribió a mano:
BUEN VIAJE PRESIDENTE OBAMA, QUE VUELVAS.