10 de noviembre de 2008

claves para el olvido

Olvidar es el verbo que más me asusta. Me aterra pensar que algun día no pueda recordar la cara de mis padres o no reconozca mis propias manos. Me aterra pensar que no me pueda reconocer a mi mismo y me olvide. Como he olvidado cuando aprendí a caminar, como he olvidado la dirección donde nací, como he olvidado a la profesora que me enseñó a leer.
A veces aparecen pequeños detalles que me hacen recordar. Flashes encandecentes que en lugar de mostrarme claramente el recuerdo, me bombardean con una sola imagen, con la sensación de estar sosteniendo los recuerdos en una mano mientras se me escurre por entre los dedos.

Hoy se necesitan 200 claves secretas para hacer transacciones bancarias, para revisar el mail, para entrar al computador. Se necesitan los números de teléfono de los amigos y parientes cercanos, se necesita la dirección de la casa, saber a qué eps pertenece, a qué fondo de pensiones, qué signo es, a qué hora debe llegar y a qué hora le cierran el banco o le cambian el sentido a la calle. Necesita saber cuánto es la tarifa mínima de un taxi, cómo se llama la señorita colombia y su jefe y su suegra y los porteros y las fechas de cumpleaños de sus amigos.

Por qué tantas tonterías ocupan un lugar en mi cabeza, en vez de recordar la primera vez que caminé o que dije una palabra.

Por qué el olvido no tiene memoria.

1 comentario:

Nieto dijo...

La verdad, se me olvidó.